viernes, 11 de septiembre de 2009

Bariloche BOTÓN

Te espantarías. Sos de otra generación y seguís pensando que todo tiempo pasado fue mejor. Admito que en muchas cuestiones es así. En otras no. Hay deterioro en los valores y nos cuesta entender lo caótico de los códigos de los adolescentes y jóvenes. Sin embargo quisiera poner la mirada en los tan cuestionados Viajes de Egresados a Bariloche. Porque estuve adentro del remolino. A primera vista partimos del prejuicio y al mirar vemos algo que se incendia. Una reproducción cotidiana de Sodoma y Gomorra. Todo se cae. Todo azufre y fuego. Miremos de nuevo desde los otros costados no superficiales. Nos corremos de la primera vista. Caminamos entre ellos. Además de los latidos tecnos, escuchamos otros latidos. No están aturdidos, viven. ¿Qué vemos desde lo profundo? Alegría absoluta, felicidad que desborda, pasión, abrazo limpio y puro, mirada que toca el alma, vínculo que va y viene, risas y risas, se mueven emociones, canto, reconocimiento del otro, auténtica solidaridad, libertad del ser persona, lo auténtico no es ridículo, no hay fronteras y sin embargo son individuos. El baile de disfraces no es disfraz. No hay máscara. En Bariloche los egresados no se disfrazan, se sacan la careta. ¿Cuántas oportunidades van a tener de vivenciar semejantes valores que hacen al palpitar de la vida? De esta manera, ninguna. Parecidas pocas. Ojalá muchas. ¿Cuántas, antes que el transcurrir de las responsabilidades adultas le vayan cortando las alas al pájaro libre y el sistema social y cultural del deber ser se los coma de a poco? Lo que digo es fuerte y discutible. Sinceramente como adulto que soy, creo que el verdadero”baile de disfraces” lo vivimos después con la hipocresía que construyen los años de rutina y pavada. Nos volvemos amargos que amargan. Los rescatados en la calle de otras localidades como en Buenos Aires, con coma alcohólico, cuestiona no a los boliches de Bariloche (que están muy cuidados por adultos) sino a la previa que nace en las casas y luego pasa a la calle. Cuestiona, no a los chicos y chicas, sino a la institución familiar donde nace el no-control (a la cultura de una sociedad permisiva, light y líquida) que no supieron, no pudieron, construir algo mejor con sus adolescentes. Yo estuve adentro del ¡fiesta, fiesta! en Bariló. Hay otra mirada si sabe “ver”. Al regreso los chicos/as extrañan la cuota de amor y la energía positiva que significó todo el viaje. Tengo 62 años. No soy fiestero, reparto buena onda que es otra cosa y doy fe porque "vi" desde el remolino.

Escrito por Jorge Luque 09-09-09

pd: Muchas Gracias

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